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Consultoría de seguridad corporativa nacional y internacional.

La COVID-19 viene a ser, quizás, el fenómeno disruptivo más importante para la humanidad en este principio de siglo, poniendo a prueba todos los conceptos que han regido las estrategias y planes de las empresas, la seguridad corporativa integral, las políticas y estrategias nacionales, la economía global, la naturaleza humana.
No hemos empezado todavía a percibir el verdadero impacto de la pandemia y lo que conlleva como efectos directos e indirectos en el futuro del mundo, donde lo que priva y privará es la incertidumbre. Las empresas han tenido que poner a prueba sus modelos de liderazgo, sus procesos de control interno, su capital humano. Y, sobre todo, su capacidad de resiliencia para modificar sus proyecciones y planteamientos.

Hoy, las premisas bajo las cuales los departamentos de Seguridad Corporativa han desarrollado y planteado los distintos escenarios de riesgo para las empresas que sirven y, por ende, las propuestas de valor que han presentado, requieren ajustarse a un planteamiento de escenarios de incertidumbre constante.

Dichas premisas se basan en mantener un aprendizaje permanente de la naturaleza de las organizaciones donde estamos dando servicio. De comprender sus políticas, normas y procedimientos, sus estrategias y operaciones, de entender cómo asume y administra sus pérdidas. Pero, principalmente, de su elemento humano y, por consiguiente, de la cultura organizacional.

Por lo tanto, hoy las premisas implican un reaprendizaje de lo que considerábamos entendido para ir conociendo la nueva naturaleza de la organización, su gente, su sentido de liderazgo, la solidez de sus valores, su capacidad para adaptarse al cambio en la incertidumbre. Porque son estos elementos los que rigen sus estrategias y operaciones. Y, por ende, genera sus vulnerabilidades.

Proceso de Inteligencia

El objetivo por esencia del proceso de Inteligencia es facilitar la información para la toma de decisiones. Ahora, cuando se habla de Inteligencia de Seguridad Corporativa estamos considerando la plataforma sobre la cual esta función de servicio y soporte desarrolla su propuesta de valor para la corporación. Y dicha plataforma demanda saber, conocer y dominar el contexto en que una corporación propone y desarrolla sus políticas, normas y procesos. Pero, sobre todo, su cultura.

Porque el modelo procesal de Inteligencia puede no variar, buscando desarrollar la agenda de riesgos, el análisis de impacto, la propuesta de valor y la implementación de lo decidido. Pero el punto de quiebre, el eje central del modelo, radica en entender el cambio interno, la forma en que la empresa sostiene o redefine sus elementos esenciales para tratar de generar resiliencia. Su contexto de pérdida, cómo replantea su estrategia, sus proyecciones conforme evoluciona el nuevo entorno de negocios. Uno de estos elementos críticos es el factor humano, que impacta definitivamente en la cultura organizacional.

Las empresas han tenido que poner a prueba su capacidad de resiliencia para modificar sus proyecciones y planteamientos
Hoy, considero que no hay modelo de continuidad de negocio que no haya sido puesto a prueba. Y en muchos casos, rebasado con creces. Porque la evolución de la disrupción rebasará los niveles máximos de cualquier escenario, donde la crisis sanitaria se extiende al contexto político, económico o social a nivel global para crear disrupciones múltiples.

Actualmente, los modelos de Seguridad Corporativa exigen una visión más asertiva, más ejecutiva, tomando nuevas herramientas para leer, comprender y aprender de la organización. Ello requiere una constante dinámica para tratar de mantener la alineación con las funciones críticas de la empresa, para discernir los distintos escenarios de negocios, desarrollando propuestas de valor a corto plazo, tratando de anticipar y prepararse para irse ajustando a los cambios constantes.

La Inteligencia de Seguridad Corporativa tiene que enfocarse en integrar sus propuestas a las de otras funciones. Y converger con ellas para buscar la solidez y asegurar procesos, dejando la parte operativa como algo por accionar, pero no lo crítico que debe aportar la seguridad de empresas.

Debe separarse la Inteligencia Operativa de la Inteligencia Estratégica, porque es esta última la que eleva el nivel de conversación de la función con la Alta Dirección y de las etapas, los temas esenciales y el posicionamiento del ejecutivo de seguridad. Se requieren un perfil, unas habilidades y conocimientos ejecutivos de negocio para poder permear la seguridad dentro de los procesos críticos de la corporación.

La estructura de Inteligencia para la Seguridad Corporativa debe contribuir a redefinir la agenda de riesgos de la empresa para que, a través del análisis de impacto, se puedan plantear propuestas de valor que aseguren los procesos críticos y contribuyan a la administración eficiente de pérdidas.

El planteamiento de los riesgos y, por ende, las acciones para convivir con ellos, exige un cambio en la cultura de las organizaciones, donde el concepto de seguridad debe ser un tema básico para la alta dirección, las funciones de la organización y cada persona que integre la empresa. Porque la seguridad debe centrarse en tratar de manejar la incertidumbre. Hoy, el concepto de empresa segura conlleva un esfuerzo multifuncional que converge en la cultura organizacional resiliente y con capacidad para reaprender.

Considero que no hay modelo de continuidad de negocio que no haya sido puesto a prueba. Y en muchos casos, rebasado con creces
Nuevo entorno

Toda dirección general tendrá que replantear sus objetivos apuntando a esquemas a corto y, quizás, mediano plano, reevaluando los elementos de criticidad de su agenda de riesgos, considerando los cambios en temas estratégicos y operativos como:

Gobierno: tendencias, normativa, política, alcance, capacidad, vacíos.
Sociedad: valores, criterios, polos, diferencias generacionales, polarización.
Criminalidad: alcance, modus operandi, capacidades, realidad.
Medios: veracidad, politización, asertividad, redes.
Recursos: disponibilidad, costo, confianza.
Hoy, el nuevo entorno, que entra en un ciclo de cambios dentro una incertidumbre constante, obliga a una revisión de cada fuente de amenaza porque los riesgos que estas pueden generar también están cambiando y, por ende, el impacto. Este último obliga a replantear el sentido de pérdida para cada organización, cómo manejarla, cómo convivir con ella. Es el impacto de decisiones.

La agenda de riesgos de cada empresa se generó bajo escenarios donde había cierta certidumbre. Los puntos antes señalados no agotan todos los elementos que hay que analizar para una agenda de riesgos. Y solo a través de un esfuerzo multifuncional puede consolidarse una plataforma para la toma de decisiones.

El departamento de Seguridad Corporativa, sustentado en su plataforma de Inteligencia, debe tener la capacidad ejecutiva para mantener la comunicación interna que le ayude a posicionarse para ser parte del esfuerzo de la empresa hacia la resiliencia. Que aporte una visión que complemente o agregue valor a la visión de otras funciones. La agenda de riesgos de la corporación es la que ha de regir sus decisiones.

Factor humano

La disrupción de la COVID-19 ha impactado en todo lo esencial de la vida. Y el ser humano es el que ha sido tocado en sus elementos básicos de supervivencia, su sentido de ser y hacer. Disrupciones globales como la fiebre amarilla o las grandes guerras mundiales no han tocado a la humanidad en su totalidad como esta pandemia. El sentimiento de pérdida ha sido global. Quizás el efecto en pérdida de vidas no ha sido de la misma naturaleza y número que en el caso de las dos disrupciones citadas. Pero el impacto brutal de la incertidumbre ha trastocado la seguridad de cada persona.

Meses de cambio, sobreinformación, miedo, incertidumbre, nuevas formas de trabajo… Cada sociedad, y por lo tanto cada individuo, ha sido afectada de distintas formas. Y la capacidad de resiliencia humana se pone a prueba. Así, el elemento humano de cada país, sociedad, organización o corporación se vuelve determinante para que cada estructura retome un sentido de seguridad.

Las corporaciones, empresas y negocios deben validar elementos claves como los siguientes:

Cultura y gobierno interno.
Criterios sobre delito y falta.
Criterio de administración de pérdida.
Normativa y políticas.
Tiempos de la empresa.
Estrategia y operaciones.
Lo anterior basado en que una de las fuentes de amenaza más críticas para una organización es el factor humano, la amenaza interna, la que intencional o por negligencia puede causar los daños de mayor impacto.

La Inteligencia de Seguridad Corporativa tiene que enfocarse en integrar sus propuestas a las de otras funciones y converger con ellas
Así, al replantear cada fuente de amenaza, considero que el departamento de Seguridad Corporativa, en convergencia con otras áreas de la empresa, puede reevaluar el impacto en el factor humano de la organización, atendiendo no solo los cambios sino cómo irá evolucionando en el tiempo.

Este proceso implica el uso de herramientas tecnológicas (behavior & data analytics tools) para entender y tratar de proyectar estos cambios. La participación de Seguridad Corporativa debe enfocarse en entender y atender las causas de un probable actuar ilícito o negligente para poder hacer propuestas conjuntas con otras áreas para prevenir estas condiciones.

Consideraciones

En este orden de ideas, el modelo de Inteligencia que aplica el departamento de Seguridad Corporativa a una corporación debe ajustarse para reaprender de los cambios que se vienen para las compañías. Ello obliga a integrar la función de seguridad a un esfuerzo de empresa para atender los elementos críticos que están y podrán ser afectados por la ola de cambios que impactará en la organización.

El ajuste del modelo lleva a reevaluar las fuentes de amenaza, validar viejos riesgos y proyectar otros nuevos, evaluar los probables impactos junto a otras funciones y presentar nuevas propuestas de valor. Este proceso implica asimilar que la incertidumbre será el factor clave y que habrá que plantear acciones a corto plazo para ir midiendo el mediano y largo plazo.

Considero que el valor de la aportación de Seguridad Corporativa radica en la capacidad de su modelo de Inteligencia, la asertividad de las propuestas de valor, de su posicionamiento con funciones clave y de participar en etapas críticas de la organización. Radica en mantener un muy alto nivel ejecutivo para centrar la confianza y credibilidad de la empresa en función de su seguridad.

Nunca se había puesto a prueba la eficiencia y efectividad de las capacidades de las organizaciones. Y esto obliga a un esfuerzo convergente, multifuncional, aterrizado en una sólida cultura organizacional que atienda el factor humano, soportado con la tecnología, como elemento esencial para sustentar la resiliencia de la organización. La Seguridad Corporativa, y los ejecutivos que la componemos, tiene el grandísimo reto de estar a la altura de este esfuerzo de empresa. Hacer lo obvio, pero proveer lo relevante.

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